Me voy desde que el silencio tomo mis palabras,
Desde que la desgracia acaricio el sentido,
Desde que ya no hay ruido ni sed ni frio,
Me quedo hasta que la inmensidad olvide al infinito
Y traspase los senderos de esos muros que jamás existieron,
Desde donde la casualidad se vuelve eterna y la pena consecuencia de nosotros,
Me asomo y miro que la vida no es cuerpo;
Lastimo las pisadas de suelas cansadas porque soy un zapato sin agujeta,
Vestigios de tu mirada se quedan en la nostalgia rusa
De la que soy presa, rasguño de un gato sólo ardiente sin llanto que mienta,
Y vuelvo a ser, desde que la luz del sol quema sin entibiar el día,
Desde que el frío asusta a los cartones y a las hogueras,
Desde tu gorra que cubre la caricia de una mano que te alivia,
Y tu cabello me revela la cara de mi ausencia, pero también de la tuya.
¿Desde cuándo estoy entablada en esa tradición de palabras?
Respóndeme con tu mirada de loco y tus caricias ahogadas,
Responde con tus mordidas de niño bruto en mi carne de soledad…
No olvides regresar por ti como lo olvidaron demasiados
Que será nadie tu recuerdo y el círculo tu estructura tu presente y música calmante.
Te miro desde que me vuelvo al mundo,
Con tu perfil de ciegos y tus manos de preso,
Con tus pies siempre cubiertos y tus besos sin pasado y siempre con miedo,
Luego con límites y contradichos, sinceros pero artos, amables y lejanos.
Calma mi desaliento con la verdad de tus palabras,
Guarda mi silencio para tu soledad
Que yo siempre estoy callada y nunca miro lo eterno.
Con lo que tu ceguera me deja escuchar,
Anda hacia la espera como lo haces sin que esperar nada parezcas
Gira en el espacio que te queda para avanzar siempre
Porque tú siempre avanzas
Porque yo no lo hago y nunca me quedo.
Lloro desde que soy persona y ruego desde que soy cultura,
Dejo desde que soy humano y tomo desde que soy.
Franco Hernández María Fernanda (MafferR)
Publicado en Uncategorized